27 de marzo de 2021

Rayos, un martillo y el halo de cierta deidad

¿En qué piensas si te digo que soy un superhéroe? O más interesante aún. ¿Cómo te imaginas que es mi vida si te confieso que soy un dios? Supongo que pensarás que mi día a día es genial y que lo tengo todo hecho. Creerás que mi existencia es un continuo rebosante de fama, glamour y dinero. Todo satisfacción, comodidades, grandes éxitos... A menudo me sorprendo pensando en qué es lo que realmente me diferencia de la gente como tú. Personas reales, mortales, con una vida sencilla y sin grandes aspiraciones. No te ofendas, lo digo con admiración. Sinceramente, es algo que me obsesiona. ¿Cómo sería perder todo lo que me hace especial? Supongo que tendría tiempo para descubrir cuáles son mis aficiones. Averiguar qué me llena y qué me hace feliz de verdad. Quizás también lograría reconocer lo que me define como ser. Y eso me aterra. Si consiguiera deshacerme del halo divino que siempre me ha envuelto, ¿quedaría algo que valiera la pena? ¿Sobreviviría en mí alguna cualidad que alguien quisiera amar?

Joder, ya me han vuelto a dejar solo. Y ya me he vuelto a pasar con la cerveza… ¿Sabes? Te voy a contar la jodida verdad. Porque me caes bien. O tal vez, porque no te conozco de nada. Me da igual, piensa lo que quieras. La cuestión es que en realidad no soy un erudito al que todo le sale bien. Más bien al contrario, soy un puto desastre. En serio. Esta tarde se me ha acabado el cóctel de frutos secos fritos y me he comido un moco. Literalmente. Estaba salado. ¡Qué asco! ¿Tú crees que eso es propio de un dios? En mi defensa diré que es por la ansiedad. ¿Eres consciente de la responsabilidad que supone estar todo el tiempo preocupado por este mundo? Y si solo fuera eso… También está el espacio, otros planetas, las riñas familiares y los dramas entre compañeros. ¡Qué hartez! ¡No puedo más! Ni siquiera mi desproporcionadamente musculada espalda puede soportar esta carga. Bueno, quizás ya no es tan desproporcionada, ni está tan musculada… últimamente me he descuidado un poco.

¿Te extraña? ¿Cómo te sentirías tú si por tu culpa se hubieran segado millones de vidas? Se han esfumado. Desaparecido en el chasquido de un fanático de cabeza morada al que yo debería haber matado. Pero no lo hice. Fallé en el momento más importante de mi existencia. ¿Qué héroe fracasa de ese modo? Lo subestimé. Puto titán… no podía ser un simple humano, no… ni siquiera uno con poderes sobrenaturales... Debería haber usado el hacha para partirle el cráneo en dos. Tanta fuerza y tanta tormenta para nada. Con mi martillo no hubiera fallado. ¡Rayos! Claro que no.


Y hablando del martillo, no sé cómo todavía me considera digno de él. No me lo merezco… Quizás sea el único ente con voluntad que todavía confía en mí. Los demás me miran con pena y desprecio. Necesito arreglar todo esto. Necesito volver a ser un superhéroe. Hemos retrocedido en el tiempo para recuperar las piedras malditas y no todos hemos logrado regresar. Eso también es culpa mía. Lo añadiré a mi lista de “grandes éxitos”. Joder, ya han caído tres cervezas más. Soy un fracasado. ¿Me vas a juzgar? No te atrevas ni a pensarlo, mortal de mierda.

Perdón. Todo esto está siendo más patético de lo que puedas imaginar. Como te decía, hoy hemos viajado por el tiempo y he podido visitar mi Asgard natal. Cuántos recuerdos. ¿Podré recuperar alguna vez una pizca del hombre que fui? ¿Queda algo del hijo que era entonces? He visto a mi madre y ha sido un regalo envenenado. Hasta que no me ha abrazado no me he dado cuenta de lo mucho que la echaba de menos. Por supuesto ella me ha reconocido. No a mí, sino a mi yo del futuro que soy ahora. Y a pesar de que me ha reconfortado poder compartir unos instantes con ella, esperaba que fuera más compasiva, la verdad. ¿Sabes qué es lo último que me ha dicho? Que coma ensalada. Así, tal cual. Estas son las nuevas últimas palabras que voy a recordar cuando piense en cómo me despedí de mi madre. “Come”, “más”, “ensalada”. Ahí lo llevas. Joder, es para mandarlo todo a la mierda.

En fin, tengo que dejarte, ha sido un placer. Se acerca la hora y debo serenarme. Descansar para, mañana, dar lo mejor de mí, si es que queda algo que pueda resultarle útil a la causa. Debo ser un superhéroe de nuevo, un dios. Espero que todo vaya bien. Lo necesito. De hecho, me lo juego todo. Si vuelvo a fracasar lo dejo, me rendiré. Si esto no sale como debería, yo mismo empuñaré el martillo para esparcir mis sesos por el pasado de un futuro que nunca debería haber sido presente. Se lo debo a mi madre. Se lo debo a Asgard. Y sobre todo, se lo debo a la mitad de la galaxia.